miércoles, 9 de mayo de 2012

Capítulo 9

20 horas y 30 minutos de la noche. El teléfono de Sandra sonaba, pero no respondía, quizás esté trabajando aún, así que decidí dirigirme a su casa y esperarla allí. Aparqué en la plaza de aparcamientos que daba justo detrás del edificio, me senté en un escalón a esperar. Cinco minutos después no podía esperar más, tenía que llamarla y saber donde se encontraba.
Rin Ring… Ring Ring, no respondía, quizás estaría trabajando aún, me mantuve sentado durante 10 minutos más, y por fin apareció.
- ¡Hola Cariño! ¡Qué sorpresa!
- Buenas noches bonita.
- ¿Y esta visita inesperada?
- Pues salí de comisaría antes de tiempo y decidí darte una sorpresa. – Le sonreí y le di un abrazo.
- Qué alegría, llego cansada del trabajo y justo ahora me has devuelto el ánimo.
- ¿Qué te apetece hacer esta noche? ¿Has cenado ya?
- Pues me apetece sentarme y relajarme un rato, ¿Cenamos en mi casa?
- Como veas bonita.
Subimos las escaleras de su piso, ella pasaba justo delante de mía, dejé que se adelantara unos centímetros más que yo, y entonces pude contemplar su trasero, era algo atrayente, pero justo en el momento se dio la vuelta y me pilló.
- ¡¿Qué haces mirándome el culooo?!
- ¿Yo?, yo no hacía eso.
- No disimules, te he visto.
- Vale sí, es verdad
- ¿Y por qué no dejas de mirarlo? – Seguía mirando sin parar.
- Pues porque… - No sabía que decirle.
- ¿Porque qué?
- Pues porque me gusta ¿vale?
- ¿Y qué es lo que te gusta de él?
- ¿Déjalo vale?
Entonces el silencio se hizo y seguimos subiendo hasta el tercer piso. Pasamos los dos, me quité los zapatos, luego la chaqueta, y posteriormente me senté en el sofá.
- ¿Qué quieres comer cariño?
- Cualquier cosa que esté hecha con tus manos me vale. – Le sonreí y me devolvió la sonrisa.
- Eres un tonto, déjate de tonterías, dime qué quieres.
- Pues una ensalada misma, me da igual.
- Pues te haré…Mmmm – Se quedó pensando unos segundos.
- Ya te he dicho que cualquier cosa me vale.
- ¡No!, quiero hacerte algo especial.
- No hace falta Sandra, ya te he dicho que cualquier cosa me vale.
- Sergio, metete a mi cuarto 20 minutos.
- ¿Para qué?
- Luego lo sabrás, ¡corre corre!
- Vale, ahora te veo, ¿pero qué hago dentro?
- Pues pon la televisión.
Me fui del salón y entré a su cuarto, el tiempo parecía ir más lento de lo esperado, hasta que a los 23 minutos siguientes abrió la puerta y me vendó los ojos. Me agarró firmemente y entonces me sentó en una silla, me dio un beso y me quitó las vendas. No me lo podía creer, una botella de vino, y una exquisita cena apetitosa, era la primera vez que tenía una, y no podía creerme nada así, era muy bonito todo.
Estuvimos cenando unos 40 minutos, hablando y a la vez riendo, contando anécdotas y alguna que otra experiencia pasada. Después de la cena nos sentamos en el sofá y pusimos una película, cuando acabó todo se volvió apasionante, nos perdimos entre nuestros cuerpos, comencé a quitarle la camiseta, el ambiente se volvió cada vez más caluroso, comenzó a quitarme el pantalón, posteriormente la camiseta, y comenzamos a perdernos en la locura del amor, mirada a mirada el corazón palpitaba, la comisura de sus labios cuando sonreía era única, sus besos comenzaron a ser únicos, y ella bajaba por mi cuerpo, mi pensar se perdió justo al momento, mientras que el uno degustaba del otro, las horas pasaban, pero la pasión parecía no acabar, la amaba de verdad, era única, además de ser irresistible, definitivamente, podía decir que estaba enamorado.

Capítulo 8

Los pulmones se llenaban, mi mente padecía un éxtasis intenso donde la cruel locura era incontrolable. La tarde se terminaba, pero mi día no, hoy era mi día, donde podría determinarse todo. Tras varias horas relajado, fui al despacho del jefe.
- Buenas tarde Jefe.
- Hola Sergio, ¿Qué tal todo?
- Pues la verdad es que bastante mejor, me encuentro muy bien hoy.
- Me alegro mucho, ya me dijo Juan que estabas dentro del caso, así que te daré las instrucciones del día de hoy.
- Entendido Jefe.
- A las 20 horas hemos reclutado un grupo de policías armados para entrar a su casa y detenerlo, así que tienes que saberlo bien, te quiero aquí a las siete y media, ni un minuto más ¿entendido?
- ¿Pero porque a esa hora?
- Porque hemos estado siguiendo sus pistas, sabemos cómo actúa, donde va, como se mueve.
- Vale jefe, estaré aquí con puntualidad, no fallaré.
Salí del despacho decidido, con las ideas claras en la cabeza, quedaban 30 minutos aun para estar de nuevo en su despacho, así que salí de comisaría y me dirigí a aquel bar de la esquina, me senté, el camarero me atendió rápido, quise beber un café solo y un sándwich de queso, me senté a comer y cuando acabé pagué lo debido y fui a limpiarme las manos. A los pocos minutos salía del bar, me dirigía a la comisaría, cuando de repente sonó el teléfono.
- Hola Cariño.
- Hola bonita.
- ¿Qué tal estas?
- Muy bien, ¿y tú?
- Bastante bien, el día ha ido de maravilla.
- Me alegro mucho por todo, pero… - Me tenía que ir, pero justo en el momento me cortó el habla.
- ¿Te apetece quedar luego? Salgo a las ocho.
- Pues verás, me han admitido en el caso, y justo en este momento iba a la comisaría para… - De nuevo me cortó el habla.
- Vale Sergio, no pasa nada, ¿luego hablamos?
- Claro, si quieres quedar más tarde me lo dices y podríamos vernos.
- Ya te diré Sergio – Parecía asustada, como si alguien la hubiera pillado hablando – Te amo, adiós.
- Yo también te amo, cuídate.
Cerré el teléfono y me dirigí al despacho del jefe, aún quedaban 5 minutos, pero espere allí. El jefe entró por la puerta a los dos minutos siguientes, me miró contento y comenzó a contarme el plan.
- Sergio, te dije a las 7 y media para poder contarte el plan con antelación.
- Comprendido.
- Bueno te cuento, Samuel es un hombre inteligente, de hecho es científico, su pasado era negro, pero aún no hemos podido averiguar nada importante del todo, así que hemos intentado reconstruir algunas de sus pistas.
- Mmm… - Dije yo asombrado.
- Nunca se encuentra por la mañana en su casa, trabaja de 7 hasta las 3 de la tarde, aún no sabemos concretamente donde trabaja, pero lo averiguaremos.
- Entonces, después de todo esto, ¿Cuál sería mi caso?
- Sergio, te voy a ser sincero, no quiero que vayas a su casa, todos sabemos que puedes perder los papeles, así que antes te dije a los ocho para que te lo creyeras, era justo ahora cuando iban a su casa, ahora mismo podrían estar deteniéndolo, luego te prometo que podrás estar en el interrogatorio. – Justo ahí se cambió mi rostro, me la estaba jugando, eso me sentó demasiado mal.
- Jefe pero…
- Lo siento Sergio, era mi deber y el deber de todos.
- Entiendo jefe, espero que todo esté saliendo bien en estos momentos.
- Eso espero Sergio, si quieres puedes irte hasta que todo esté bien y tengamos a Samuel.
- Vale jefe, me iré a mi despacho, adiós jefe.
- Luego te veo Sergio.
Cerré su puerta con furia, no me gustó nada aquello, directamente decidí irme de comisaría e ir a visitar a Sandra y darle una sorpresa. Me dirigía sereno, con un ímpeto de escándalos, tanto por ver a Sandra como por el caso, así que me dirigí al coche, arranqué y me fui de allí, todo el cielo pintaba injusticia, pero había que resistir los golpes y ser más fuerte.